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Chile

Técnicos analizan también los costos directos e indirectos de los impuestos, los que, a su juicio, deben considerarse a la hora de plantear modificaciones a gravámenes.

28 de Septiembre de 2011.- Alzas relevantes, cambios cosméticos o, simplemente, crecimiento económico.

Visiones encontradas tienen diversos economistas consultados por "El Mercurio" respecto de eventuales cambios al sistema de impuestos que rige en el país.

Las posiciones van desde mantener el statu quo ­ya que el crecimiento anual de 5%, con un precio del cobre de largo plazo de US$ 3 la libra, sería suficiente­, cambiar la estructura tributaria actual, pero manteniendo la recaudación, o bien subir el impuesto a las utilidades de las empresas a niveles entre 20 y 25% en el mediano plazo.

Un alza de impuestos no implica que la recaudación suba en la misma proporción, de acuerdo con estimaciones de Martin Feldstein, académico de la Universidad de Harvard, ex asesor de Reagan y Bush y también consultado por el Presidente Obama. Sus investigaciones concluyen que subir el impuesto a la renta ­que grava a empresas y personas­ tiene costos de distorsión y pérdida de eficiencia o de bienestar social, y determina cambios en la conducta de los contribuyentes para escapar al pago de mayores impuestos.

Al respecto, el profesor de la Universidad de Chile José Yáñez explica que los impuestos colocan varios costos. Primero, extraen directamente recursos de propiedad de los contribuyentes. Y segundo, ponen costos indirectos, como la pérdida de eficiencia que señala Feldstein; los costos de recaudar y de fiscalizar en que incurre el fisco, así como el costo de cumplimiento de las leyes, al almacenar la información que respalda las declaraciones de impuestos y contratación de expertos tributaristas para declarar y defender los intereses de la empresa.
En Chile se sabe poco de los costos indirectos del sistema tributario, asegura Yáñez.

Para establecer si es necesario subir el impuesto a las utilidades de las empresas, con el objeto de financiar una reforma educacional, el académico plantea que sería necesario calcular los costos directos, más los costos indirectos del aumento de la tasa impositiva. "Los cambios que se produzcan en educación deberían significar un beneficio adicional que superara los costos totales. La subida de tasa debería ser para las grandes empresas, que presentan altas tasas de rentabilidad y que continuarían siendo rentables, incluso después de aumentar la tasa impositiva", señala el académico.

La investigadora de Libertad y Desarrollo (LyD) Cecilia Cifuentes advierte que un alza de impuestos tiene un efecto contractivo para el sector privado, parte del cual podría ser compensado con un gasto muy bien orientado. Su duda es qué tan eficiente es el fisco para gastar: "En 2009 el fisco respondió a la crisis con una política súper expansiva del gasto público, y el efecto en el crecimiento fue bastante modesto. Parte importante del gasto, en el fondo, no fue muy bien pensado".

Hernán Frigolett, del grupo Nueva Economía, trabajó con la Fundación Terram una propuesta de reforma educacional cuyo costo estimado es de US$ 3.500 millones. Contempla educación gratuita en universidades estatales y duplicar la subvención escolar a establecimientos municipales.

Como financiamiento de corto plazo, la propuesta contempla tener una regla fiscal de balance estructural con déficit de 2% del PIB y revisar la ley reservada del cobre, que hoy es el 10% de las ventas de Codelco (US$ 1.600 millones) orientando la mitad a educación y manteniendo US$ 800 millones para las FF.AA.

A mediano plazo, apunta a un alza gradual del impuesto a las empresas (de 17 a 25%) y reducción del IVA con tasa menor para productos primarios.

Costos
Subir impuestos involucra costos de distorsión, pérdida de eficiencia y bienestar social, sostiene Martin Feldstein, profesor de Harvard.

'Las autoridades plantearon un fondo de US$ 4 mil millones para educación. Se puede financiar creciendo al 5% anual y con un cobre de largo plazo en torno a US$ 3 la libra.

Discrepancias sobre necesidades futuras
El economista y socio de Gemines, Alejandro Fernández, repara en que aún no están definidas las necesidades de financiamiento que tendrá el fisco a futuro.

Con todo, preferiría que no se hablara de un alza de impuestos, sino más bien de un cambio en la estructura de recaudación, pues existe consenso de que la situación actual tiene un efecto injusto, donde quienes tienen más pagan menos impuestos que los que tienen menos.

Sugiere reducir el impuesto a la renta a las personas, dejando dos o tres tasas con rangos más amplios. "Hay muchos espacios para mejorar el sistema tributario sin necesidad de subir la recaudación", plantea el economista.

Según Guillermo Larraín, ex superintendente de Valores y Seguros (SVS), hay bastante evidencia sobre la necesidad de largo plazo de darle recursos a la educación pública. Apunta en el mismo sentido que lo hiciera el ministro de Economía, Pablo Longueira: hacer permanente el aumento del impuesto a las empresas desde 17% a 20% que se hizo para la reconstrucción después del terremoto.
"Un buen tratamiento definitivo del tema educacional daría mayor estabilidad al país y eso compensa cualquier efecto marginal negativo que pudiera tener. Hay que disminuir la elusión y cerrar brechas que mucha gente usa inescrupulosamente para pagar menos impuestos y hay que dotar al Estado de una cantidad de recursos permanentes, que le permita dar credibilidad a una igualdad de oportunidades en materia educacional", dice Larraín (Emol).

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