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Bolivia

Es de esperar que los resultados den la razón a los optimistas y desmientan a los pesimistas. Mientras tanto, es mejor evitar las grandes expectativas

Lunes 07 de Enero de 2013.- La inauguración en un muy solemne acto presidido por el primer mandatario de nuestro de una planta piloto de industrialización de litio en el Salar de Uyuni, el pasado jueves, ha sido presentada como un hecho de trascendencia histórica. Se ha dicho que marca el inicio de la “era del litio” en Bolivia y no ha faltado quien ha visto en el acto inaugural el primer paso hacia la transformación de nuestro país en uno de los pioneros de la industria del futuro. Se ha llegado al extremo de presentar, como una posibilidad al alcance de la mano, la instalación en Potosí de una fábrica de autos eléctricos japoneses.
En contraste con tan desmesuradas manifestaciones de optimismo, ha habido opiniones más cautas y no han sido pocas las que han recibido la noticia con total escepticismo. Muchos expertos en materia minera y energética consideran que si bien a la inauguración de la planta puede atribuírsele cierta importancia si se considera lo rezagado que estaba nuestro país en la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías mineras, no se de debe exagerar creando falsas expectativas en la población.
La confrontación entre ambas visiones no es nueva. Desde que la planta piloto de carbonato de litio comenzó a dar sus primeros pasos ha sido objeto de tan grandes elogios como de severos cuestionamientos.Y como se trata de asunto que para ser cabalmente comprendido requiere un nivel de especialización que está fuera del alcance del común de la población, sólo queda confiar en que sea el transcurso del tiempo el que a través de los resultados dé su fallo definitivo.
Mientras tanto, vale la pena no perder de vista algunos de los argumentos que con más frecuencia son esgrimidos por quienes ven con desconfianza la manera como está siendo administrada la riqueza del Salar de Uuyni. Entre ellos, el más común y el que más fácilmente se puede entender es el relativo al estado actual de la explotación de litio en Chile y Argentina, nuestros dos principales competidores en pos del que se avizora como uno de los negocios más rentables de las próximas décadas.
Desde el punto de vista técnico, los críticos de las fórmulas que están siendo ensayadas en nuestro país sostienen que Argentina y Chile ya nos llevan una ventaja de por lo menos quince años, que ya disponen de una tecnología mucho más desarrollada, a pesar de lo que son más cautos a la hora de aventurarse a proyectar el futuro, considerando que todavía son muy grandes las dudas sobre la viabilidad de una masiva incorporación de las baterías de litio en el mercado automovilístico mundial.
Desde el punto de vista estrictamente económico, y aún suponiendo que la demanda de litio creciera según las más optimistas previsiones, nuestro país no podría participar, en las actuales condiciones, más que en una insignificante proporción del mismo.
Es de esperar, por supuesto, que durante los próximos meses y años los hechos den la razón a quienes han optado por la visión optimista y desmientan a quienes ven el asunto con dudas y escepticismo. De cualquier modo, y sea cual fuere la realidad, todo parece indicar que alimentar desmedidas expectativas sobre el tema no es lo más aconsejable.

Correo del Sur

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