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Colombia

Martes 24 de Diciembre de 2013.- El Banco Mundial, instrumento reformista neoliberal en los países en desarrollo a favor de los intereses de los países ricos, publicó en 1996 el documento ‘A Mining Strategy for Latin America and the Caribbean’, y su versión en castellano ‘Estrategia minera para América Latina y el Caribe’, en 1997.

Este documento sirvió para imponer, con la sutileza de recomendaciones amigables al mercado, la política minera que los gobiernos desde México hasta la Patagonia han incorporado en sus legislaciones, aun antes de su publicación, para darle un tratamiento excepcional a los intereses de la megaminería transnacional: Argentina (1995), Bolivia (1997), Brasil (1996), Venezuela (1999), Honduras (1998), Nicaragua (2000), Ecuador (1991), Perú (1992) y Colombia en el 2001.

La agenda del BM, tanto en términos de las normas legales mineras como fiscales, se ha venido aplicando favorablemente para la megaminería transnacional. En Colombia, esta agenda tuvo su interpretación más apegada a las recomendaciones del BM a través del Código Minero de 2001, que vuelve a regir las condiciones de la minería colombiana, después de que la Corte Constitucional tumbó el Código de Minas de 2010, desde mayo 11 de 2013. La elaboración del Código Minero de 2001 tuvo la asesoría de la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional (Cida), que es como darles a los intereses creados la oportunidad de redactar el código penal. Canadá se ha convertido en un paraíso juridicial para la megaminería (William Sacher y Alain Deneault, jornada.unam.mx, dic .13-2013).

Los beneficios fiscales colombianos de la megaminería transnacional son incontables: contratos de estabilidad jurídica y tributaria por 30 años; descuentos tributarios por inversión en bienes de capital; las regalías se deducen de los impuestos, y otros disparates semejantes. Además, la minería se está desarrollando sin las compensaciones adecuadas por la desaparición del recurso. La regalía del oro es 4 %, que se descuenta de los impuestos. Tampoco se compensan los daños ambientales y humanos.

La megaminería, especialmente en el oro, con las nuevas técnicas de movimiento de grandes volúmenes de tierra, que exige grandes cantidades de agua y cianuro para remover la nube de polvo de oro que en estos existe, deja como consecuencias la destrucción de los ecosistemas terrestres y acuáticos, que posibilitan la existencia humana y la biodiversidad.

La megaminería destruye el patrimonio de las comunidades con la ilusión, siempre esquiva, de que la minería trae el desarrollo y el mejoramiento del nivel de vida de las comunidades. Ni lo uno ni lo otro. Nada más pobre que las regiones y pueblos en donde la megaminería ha asentado su actividad. El noreste antioqueño y Chocó son dos fracasos históricos monumentales en subdesarrollo y pobreza.

Por estas razones, las comunidades se movilizan en todo el continente y también en Colombia. El municipio de Piedras (Tolima) fue escogido por la megaminera sudafricana AngloGold Ashanti, que va a extraer el oro de la concesión de la Colosa (Cajamarca-Tolima), como lugar para procesar el material y depositar los desechos mezclados con cianuro. En este sentido, para enfrentar estas pretensiones, se realizó una consulta popular, el pasado 28 de julio, que rechazó la explotación minera en su territorio.

Los ciudadanos de Piedras votaron la pregunta elaborada por la alcaldía municipal y refrendada por el tribunal Superior del Tolima: “¿Está de acuerdo, como habitante del municipio de Piedras, Tolima, con que se realicen en nuestra jurisdicción actividades de exploración, explotación, tratamiento, transformación, transporte, lavado de materiales, provenientes de las actividades de explotación minera aurífera a gran escala, almacenamiento y el empleo de materiales nocivos para la salud y el medioambiente, de manera específica el cianuro y/o cualquier otra sustancia o material peligroso asociado a dichas actividades, y se utilicen las aguas superficiales y subterráneas de nuestro municipio en dichos desarrollos o en cualquier otro de naturaleza similar que pueda afectar y/o limitar el abastecimiento de agua potable para el consumo humano, la vocación productiva tradicional y agrícola de nuestro municipio?”. No, fue la respuesta. El ‘lobby’ megaminero dice que es una pregunta sesgada. Después de varios meses de la victoria del movimiento ciudadano, César García el ‘Loco’, líder campesino y opositor de las pretensiones de AngloGold Ashanti, fue asesinado el 2 de noviembre de 2013.

Las autoridades nacionales y el ‘lobby’ megaminero se pronunciaron en contra del plebiscito popular, y cuestionaron su resultado con argumentos tales como que la activad minera está bajo la jurisdicción nacional, y que los entes locales no son idóneos para prohibir la minería y detener el progreso nacional (léase intereses megamineras transnacionales).

El ministro de Minas y Energía, Federico Renjifo, en su momento, les recordó a las comunidades que se han opuesto a que se sitúe la megaminería en su territorio que, aunque “es legítimo que las comunidades expresen su punto de vista, por medio de consultas, es claro que el Estado es el dueño del subsuelo” (‘Estudian validez de consulta que veta minería en Piedras (Tolima)’, eltiempo.com, julio 29-2013).

Sin embargo, hay que recordarles tanto al exministro anterior como al actual que los recursos naturales son de la nación colombiana, que somos todos los nacidos y los acogidos en el territorio nacional; el Estado es el instrumento político de la nación, y el Gobierno, el agente administrativo de esta. En este sentido, alegar mantener el monopolio de los recursos en manos del Estado, ayudado con el monopolio de la fuerza, sin consideración con los intereses de la nación, significa una expropiación de los recursos naturales por parte de la élite gobernante, para entregarlos a las megamineras transnacionales.

Los recursos mineros deben servir los intereses nacionales por encima de los intereses particulares, especialmente de los extranjeros, sin desconocer los derechos de las comunidades locales. ¿Qué es el oro? Nada frente a las fuentes de la vida, el agua, el aire y la tierra. ¿Cuántas vidas vive un hombre? Una como el gato, y no debe ser miserable.

Eltiempo.com

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