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Chile

En Europa es mucho más caro botar el material reciclable a la basura que reutilizarlo. No es sólo un tema de consciencia, hay regulaciones que se hicieron para que así fuera. Y hay un mercado del reciclaje que en Chile todavía está en evolución, pero que ya comienza a tomar forma y aquí mostramos.

Miércoles 26 de Marzo de 2014.- En el mundo de los que saben de reciclaje basura es una palabra en extinción. Se habla de residuos. De residuos sólidos, líquidos, de material reciclable y cuando ya no hay vuelta, de residuos de disposición final, que son los que van a dar a los vertederos.

Es una jerga que para un consumidor cualquiera puede parecer un exceso. Pero tiene sentido la distinción. Muchas de las cosas que actualmente los chilenos tiran a la basura, tienen un precio y se transan. Las botellas de vidrio, las latas, los plásticos, el papel, el cartón, los metales, pasan por plantas de procesamiento y salen de ahí convertidos en nuevos materiales para su uso en una nueva etapa de su ciclo de vida.

En Europa esto lo tienen claro hace bastante tiempo. "Hoy en Chile es más barato enviar los residuos a un relleno sanitario, que recuperarlos para darles un nuevo uso. La disposición final en relleno sanitario, sin considerar el transporte, tiene un costo promedio de US$ 9 en el país, mientras que en Europa, cuesta US$ 120 y más. Allá es al revés, es más caro botar, que recuperar", explica Gastón Cáceres, director de Ingeniería e Innovación de KDM Empresas, uno de los pocos operadores de este mercado en Chile.

"En países donde el material reciclado es más barato que la materia virgen es porque hay varios factores que influyen: obligaciones legales de uso de materiales para producción; alto costo de la disposición final en rellenos sanitarios que introduce competencia con cadenas más costosas de tratamiento; y que el comprador ha sido educado en acometer obligaciones relevantes de proceso, por ejemplo de limpieza. Podemos decir que hay una industria consolidada", sigue Cáceres.

Eso en Chile está lejos de ocurrir todavía, pero hay señales de que está cambiando y que hoy la empresa privada empieza a motivarse por el nicho de mercado que se abre. La propia KDM inició recién en 2010 su primera planta de reciclaje. "La abrimos con el objetivo de conocer el mercado y verificar, en la práctica, los modelos que teníamos al respecto, especialmente lo que se refiere a tasas de recuperación, precios y la calidad con que salen los materiales una vez recuperados. Debido a los volúmenes que trata, en relación a la cantidad de residuos que recibimos para disposición final, podría considerarse una planta piloto cuyo propósito ha sido el aprendizaje del negocio en el país", sigue Cáceres.

¿Para qué se preparan? Para un mercado que ya está cambiando. Por ejemplo, hay mercados que exigen tasas de uso de material reciclado. Eso afecta especialmente a exportadores que tienen que cumplir metas. Lo absurdo es que muchas veces ese material reciclado no está disponible en Chile y deben importarlo, como ocurre con el plástico para empaques de frutas.

Pero, además, nuevas regulaciones locales como la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, prometen activar este andamiaje. Las empresas deberán hacerse cargo de los residuos que generan los productos que ponen en el mercado. Esto debería estimular el desarrollo de nuevas y más especializadas plantas de tratamiento de materiales.

Otra empresa que ha visto crecer sus ganancias de manera importante es Midas, concentrada en el reciclaje principalmente de metales. Antes se definían como empresa metalúrgica, que procesaba material desechado desde industrias de fundición. A punta de crisis económicas, la empresa fue acopiando material que otras industrias desechaban y vendiéndolo nuevamente. Así llegaron a acumular toneladas de cobre que sacaron al mercado cuando el precio del metal experimentaba una recuperación, a comienzos de 2009. Fue el golpe de gracia para echar a andar una enorme maquinaria.

"Reciclamos todo lo que es metálico. El plástico también si ‘chipea’ y se vende. Las tarjetas electrónicas se separan y se venden. Las baterías de litio, los cargadores, los audífonos. Se procesan todas esas cosas en nuestra planta y se venden. El aluminio fundido se va a Japón como producto terminado", explica Daniel Saldías, gerente comercial de Midas Chile.

Es esta empresa la que está detrás de la actual campaña de reciclaje de teléfonos de Entel. El objetivo es que parte de las ganancias de este proceso, se destine al proyecto Barrio Feliz, para generar áreas verdes en sectores vulnerables.

De hecho, este lado social es una de las áreas que quiere desarrollar Midas. Actualmente están pensando en desarrollar un ladrillo en base plástico reciclado, ideal para montar casas en un día, como si fuera una mecano. El proyecto lo están evaluando con Desafío Levantemos Chile.

El trabajo de Midas no es a nivel domiciliario aún, sino que trabajan con empresas. "Dar este servicio de recuperación de la basura electrónica a las empresas nos hizo ganar más dinero. Construimos una marca de la nada, entregamos un servicio que no existía y nos transformamos en establecer los estándares para este tipo de reciclaje hasta el día de hoy. Ahora somos referentes", asegura Saldías.

Triciclos, reconocida por su trabajo en puntos limpios dispuestos para el reciclaje domiciliario, es otra empresa que si bien tiene un objetivo social, ha visto crecer su negocio desde que nació en 2009. Actualmente tienen puntos por casi todo el país en alianza con grandes tiendas, que financian este servicio para su comunidad del entorno.

Es decir, la máquina se está moviendo.

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