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Internacional

La petrolera mexicana queda mal parada tras el fracaso de una alianza con Sacyr.

22 de Diciembre de 2011.- A Pemex le acaba de salir el tiro por la culata.

Su alianza con una endeudada empresa de construcción para tener una mayor influencia en la junta directiva de la energética española Repsol SA fracasó y transformó a la petrolera estatal mexicana y a su máximo ejecutivo, Juan José Suárez Coppel, en blanco de críticas.

Pemex, una de las mayores petroleras del mundo, sufrió un traspié el martes cuando Repsol decidió poner fin a años de enfrentamientos con Sacyr Vallehermoso SA, su mayor accionista. Repsol recompró la mitad del 20% que Sacyr poseía en la empresa por alrededor de US$ 3.400 millones, horas antes de que la constructora hubiera tenido que entregar la totalidad de la participación a sus acreedores. Como parte del acuerdo, Sacyr puso fin a una alianza con Pemex que buscaba obtener un mayor control de la junta directiva de Repsol.

Críticas a Pemex

Las críticas contra Pemex en México no se dejaron esperar. "Pemex pierde apuesta" tituló el periódico Reforma.

Algunos analistas dijeron que el incidente tensa las relaciones con Repsol, una compañía en la que Pemex tiene una participación desde 1979, y resalta las limitaciones que la legislación mexicana le impone a Pemex, que no puede asociarse con empresas de energía privadas para explotar yacimientos en México.

Pemex informó el martes en un comunicado que mantiene la relación con Repsol y que la empresa española ha ofrecido llegar a un "convenio industrial" para maximizar las oportunidades de colaboración.

El daño, sin embargo, ya estaba hecho.

El martes, el director general de finanzas de Repsol, Miguel Martínez, catalogó la relación de la compañía con Pemex de "buena durante 20 años, y confusa durante los últimos cuatro meses".

La confrontación entre Sacyr y Repsol se remonta a 2006, cuando la constructora española, una de las beneficiarias de la burbuja inmobiliaria del país, se endeudó para comprar 20% de Repsol, como una forma de diversificar su portafolio. Pero el colapso del mercado de bienes raíces y la crisis financiera de 2009 golpearon duramente el negocio de Sacyr.

Ante una escasez de efectivo, la constructora empezó a presionar a Repsol para que pagara dividendos más altos. Repsol se resistió y prefirió invertir el dinero en el desarrollo de proyectos de petróleo y gas.

Ante el próximo vencimiento de los elevados pagos de la deuda, Sacyr convenció a finales de agosto a Pemex para que unieran fuerzas y buscaran cambios en Repsol.

Pemex acordó gastar US$ 1.600 millones para duplicar su participación en la energética española a 9,4%. Sacyr y Pemex, de este modo, acumularía poco menos de 30% de Repsol y buscarían provocar la salida del presidente de Repsol, Antonio Brufau.

El acuerdo de accionistas, que en España fue percibido como un acto desesperado de Sacyr, fue algo inusual para Pemex, que no tiene otra inversión de este tipo y necesita efectivo para invertir en sus propias operaciones en altamar. "El problema fue que nunca supimos exactamente cuál era la estrategia internacional con Repsol, si es que existió", dice David Shields, analista del sector de la energía en México.

Pemex justificó la decisión como una forma de obtener influencia en las decisiones de Repsol y un mayor acceso a la tecnología de perforación en aguas profundas de la firma española.

La ley mexicana no le permite a Pemex firmar acuerdos de riesgo con terceros, lo que la deja con poco efectivo y conocimiento técnico para explorar y extraer buena parte de las reservas restantes del país, que están en las profundidades del Golfo de México.

El acuerdo con Sacyr, sin embargo, irritó a Repsol, que lanzó una campaña de relaciones públicas que atacó a Pemex como un competidor extranjero que buscaba ganar control a través de una participación minoritaria y robar la tecnología de aguas profundas de Repsol. A fines de septiembre, Repsol impidió que Pemex ocupara un lugar en la junta directiva al declararla como rival. En octubre, el presidente ejecutivo de Sacyr, Luis del Rivero, fue despedido por los directivos de su propia compañía que se oponían a su estrategia.

En todo caso, si aumenta el precio de las acciones de Repsol en los próximos meses y años, entonces la inversión de Pemex no se verá tan mal, dijeron analistas (El Mercurio).

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