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Chile

Del trabajo con picota y carretilla de décadas atrás ahora los trabajadores de las faenas pasaron a manejar complicadas maquinarias y plantas computarizadas. También cambiaron las condiciones laborales y salariales. Representantes regionales del rubro cuentan sus experiencias.

Lunes 12 de Agosto de 2013.- Cuando uno lee las historias de Baldomero Lillo en “Sub Sole” o “Sub Terra” sobre los mineros del carbón o los relatos de lo que fue el trabajo en las salitreras en el norte, conmueven las condiciones en que ellos desempeñaban sus labores. Se trata de un caso extremo, claro está, pero refleja claramente los cambios que han enfrentado los trabajadores de la minería en la historia de Chile.

La actividad se ha convertido en pilar fundamental de la economía, en el principal producto exportador y responsable de la generación de miles de empleos. Hoy claramente las minas se han modernizado y con ello quienes en ella laboran.

Es difícil hacer un perfil general de sus trabajadores, pero hay entidades que han entregado algunos antecedentes que pueden orientar en este sentido.

Ya se ha dicho que en su mayoría son hombres, sólo un 8,6% son trabajadoras. En el 92,4% de los casos el minero chileno es un hombre que ronda los 42 años.

Según consigna el sitio www.emol.com, en materia de sueldos, la consultora Hays lo cifró en US$92.197 anuales, el sexto más alto del mundo.
Hoy en día tienen una antigüedad media de seis años en la empresa, según la consultora KPI, y de 5,3 años en el mismo cargo, según el Consejo de Competencias Mineras.

A pesar de eso, el 20% es “levantado” por las otras compañías todos los años, según cuenta Sebastián Marzal, director de Minería de Adecco a Emol, una de las cifras más altas de la economía y que ha obligado a que hoy la minería también se esté enfocando en activar políticas de retención más agresivas.

Hoy sólo el 6% de los trabajadores del sector logra ser ascendido dentro de la compañía en la que trabajan. Pero también hay escasez en algunos cargos. Los mantenedores, por ejemplo, permanecen un promedio de 6,2 años en su puesto, y este lapso debería subir en el tiempo, pensando en que son el cargo que más faltará en los próximos años.

Según el artículo, otra característica que llama la atención es que el 55% de los trabajadores de la minería no tiene educación secundaria, y 2,7% de ellos solo cuenta con educación básica, por lo que las probabilidades de ascenso dentro de las mismas compañías radica sólo en la posibilidad de capacitarse, algo que tampoco hace el sector, pues la mayoría de los tiempos de capacitación en la minería se usan para la seguridad, y no para aumentar el nivel de conocimiento específico de labores dentro de la mina.

Pese a esto, el promedio de horas de capacitación del trabajador minero es uno de los más altos del país, con 32 horas al año, sólo por debajo de la industria financiera.

Pero sin duda donde destacan es en las cifras de inasistencias laborales. Los mineros son los trabajadores con mejor salud del país, pues faltan en promedio sólo nueve días promedio al año, la cifra más baja de Chile. Esto se explicaría principalmente porque están sujetos a sistemas de turnos, pues cuentan con días de descanso más extensos.

Finalmente, se consigna que el 33,8% de los mineros de la Zona Norte no vive en la región en que trabaja, por lo que la posibilidad de no llegar es compleja, pues si se falta, se faltan siete días inmediatamente. Y son pocos los que se arriesgan a faltar tantos días.

Pero esto en la teoría parece fácil. Sin embargo, el esfuerzo que realizan estos trabajadores no es menor, si consideramos que deben dejar a sus familias por extensos lapsos de tiempo y convivir en campamentos, los cuales, pese a que cuentan con todas las comodidades, no son su hogar.
Es precisamente este esfuerzo el que queremos rescatar en el Día del Minero. A continuación representantes regionales de la actividad nos cuentan cómo enfrentan esta realidad, de su esfuerzo y de cómo el trabajar en las faenas se ha vuelto parte de sus vidas.

Luis Tello
jefe de turno en minera Altos de Punitaqui


Ya es un experimentado en el trabajo minero, rubro en el que se desempeña hace 11 años. Estudió minería en La Serena y dice que le gustó desde siempre. “Soy de la zona, me gustaba la minera”, declara. Vivió momentos difíciles durante la quiebra que vivió la empresa en Punitaqui hace algunos años. Vio peligrar su fuente de trabajo, pero ahora está tranquilo. “Fue muy triste lo que pasó con la quiebra, hubo muchas familias afectadas. Después fue una espera larga hasta que llegó la nueva empresa con la que cambió radicalmente la forma de trabajar”, agrega.

“Hay una historia bonita acá. Esta minera siempre tuvo potencial, Punitaqui ha sido una zona por excelencia minera, obviamente que a menor escala, es más familiar que las otras y la gente que trabaja es de una zona rural, que tiene otra forma de ver las cosas, no hay tantos conflictos y eso es muy bonito”.

Ha debido lidiar con el cambio entre lo que se venía haciendo y las nuevas tecnologías. Las recibe bien, pero señala que se debe ir gestando con el tiempo. “Es un proceso que se tiene que dar gradual, no se pueden hacer cambios bruscos, porque a la gente hay que irla capacitando y los antiguos son reacios a los cambios”, precisa.

Respecto de cómo ve el futuro, no duda en responder. “De todas maneras me veo acá, la minería hoy en día es el motor para mí, también de toda esta zona de Punitaqui, porque no tan sólo la integran la gente que trabaja, están los proveedores, los pequeños empresarios, familias, hijos que estudian. Yo no me imagino acá sin minería. Esto que yo desempeño, para mí es una pasión”, precisa.

Patricio Aracena
mantención eléctrica en Minera Altos de Punitaqui


Tiene 31 años y ha dedicado 9 de ellos a esta actividad. Llegó hasta segundo medio, pero un día se le dio la oportunidad de trabajar en esta empresa. “Es muy motivante, es bueno para los equipos ir sorteando obstáculos diferentes cada día”, indica.

Llegó no sabiendo mucho, pero ahora sabe acerca del manejo de bombas, molinos, chancadores, que utilizan más tecnología.

“Tiene a veces algunas cosas que requieren fuerza, pero en más manejo de los equipos, se nos ha hecho más fácil cada vez que pasan los años, han traído máquinas muy innovadoras para realizar el trabajo”, indica.

El tiene la suerte de poder compatibilizar su labor con la familia. “El trabajo me permite llegar a la casa todos los días, tengo locomoción a la puerta de la casa, tenemos todas las comodidades”, cuenta.

Para el futuro, manifiesta, piensa seguir capacitándose. “Espero seguir estudiando una carrera que se relacione con lo que estoy trabajando en este momento, igual la empresa nos da las facilidades para que uno se proyecte si es que le interesa lo que uno trabaja”, sostiene.

Ismael Pérez
jefe de Recursos Humanos para área Beneficios y
Compensaciones de minera Teck Carmen de Andacollo.


Tiene 44 años, es andacollino y la minería ha sido parte de su vida y de la historia de su entorno. Hace 14 años trabaja en esta faena minera, incluso desde antes de la llegada de Teck el 2007.

Estudió para contador general en el Instituto Superior de Comercio (Insuco) de Coquimbo, luego continuó con Ingeniería Comercial. Al titularse, con 30 años postuló a la compañía y en noviembre de 1999, ingresó como contador ayudante, cargo donde se desempeñó durante 5 años.

Posteriormente, fue ascendido al cargo de jefe de Contabilidad y Finanzas, y actualmente es jefe de Recursos Humanos para el área de beneficios y compensaciones, encargándose del sistema de remuneraciones interno y la implementación de nuevos proyectos del área.

“Mi vida profesional ha transcurrido en esta faena que ahora es de Teck y eso es muy bueno. Después de 14 años puedo decir que ha existido una evolución constante, en lo profesional y en lo laboral; es lo que todos los profesionales buscamos durante nuestras vidas. Me siento orgulloso de ser andacollino y de estar trabajando en una empresa que es cercana a la comuna, que me ha permitido continuar en la zona, a 5 minutos de mi familia”.

“Por mi profesión tuve la posibilidad de conocer el mundo de la docencia y el trabajo para organismos municipales. Sin embargo, el gen minero que tenemos los andacollinos parece que ha prevalecido. Trabajar en este rubro me ha permitido ser parte de una importante actividad productiva que aporta cada día más al crecimiento del país, y en particular, de la comuna a la que pertenezco”, plantea.

Diario El Día

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