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Chile

Martes 06 de Agosto de 2013.- PARTE EL DÍA

Franklin Lobos: el día 5 de agosto llegamos en el bus. Veinte para las ocho yo fui a revisar, a echar petróleo y después a esperar las tareas asignadas por el jefe de turno y luego bajábamos al interior de la mina.

Florencio Avalos: se hizo una charla de cinco minutos, bajamos alrededor de las nueve de la mañana. A eso de las nueve y media a 10 se sintió una explosión de roca que todos escucharon.

LOS PRIMEROS CRUJIDOS

Luis Urzúa: revisamos la parte de abajo para ver alguna novedad. Por regla general, cuando hay cambio de temperatura suenan esos cuetazos. En el nivel 90 se sentían de vez en cuando esos cuetazos. A veces más fuertes, otras veces más despacio (...). Buscamos dónde se originó el cuetazo, pero no había ningún indicio de algo anormal en el sector. Yo mismo le dije al (Darío) Segovia que por ese ruido no íbamos a salir arrancando.

Jimmy Sánchez: eran como pasadas las 11 y sentí el primer cuetazo, sonó muy fuerte. Hasta el capataz Florencio Avalos se asustó. Subimos a ver a los de fortificación de ese momento.

Franklin Lobos: íbamos bajando y sentimos un ruido que venía cayendo detrás de nosotros y ahí empezó a sonar el cerro muy fuerte. Era como estar en un Año Nuevo en Valparaíso.

Pedro Cortez: subí a dos compañeros a la grúa que necesitaban acuñar el sector 90, pero no pudimos hacerlo, porque en la mitad del cerro había una grieta de unos cinco centímetros, paré la maquina y empezamos a revisar con lámparas y les dije que el cerro estaba muy complicado para acuñar (...). Sentimos un aire que succiona todo para abajo y el aire nos tiró a llevar hacía las máquinas, era tan fuerte que nos podía mover a nosotros, inmediatamente hubo un zumbido que casi nos reventó los oídos y empezó a crujir el cerro.

EL DERRUMBE

Franklin Lobos: se llenó todo de tierra y seguía sonando fuerte y ahí fue que cayó el bloque fuerte (...). Mario Sepúlveda se bajó y se dio cuenta de que estaba el bloque que no los dejaba salir. Nos dimos cuenta que abajo no teníamos ninguna posibilidad.

Jimmy Sánchez: salió un viento como onda expansiva y empezó a doler los oídos, fue un viento muy fuerte y llegó el capataz y nos dijo que nos fuéramos al refugio altiro.

Mario Gómez: cuando bajé del camión, la puerta me golpeó la boca, producto de lo cual se me quebró un diente superior, quedando sólo parte de éste, y me soltó otro diente. Todos pensábamos en salir de la mina por la rampa, pero cuando llegamos al nivel 190 nos encontramos con la sorpresa de que estábamos bloqueados completamente por un bloque que había caído, la mina seguía crujiendo, era un ruido infernal.

Juan Illanes: a los minutos ya vuelve el camión prácticamente lleno y tratando de salir a la superficie (...). Uno de los trabajadores dijo que estábamos liquidados, la rampa estaba cortada, que no se puede pasar. Nos bajamos (del camión) y fuimos a verificar la información y nos encontramos con una roca.

Luis Urzúa: esperamos que se despejara un poco. Y ya cuando se despejó, empezamos a andar a pie. Y en el nivel 190 vimos una megarroca que se estaba afirmando de lado a lado. Se fue despejando un poco. La rampa estaba colapsada de lado a lado.

Jimmy Sánchez: el jefe de turno y el capataz nos dijeron: “Niños, no se vayan a asustar, pero quedamos encerrados”.

PLAN DE ESCAPE

Juan Illanes: encontramos una chimenea, que estaba habilitada como ventilación, se investiga, se ilumina y se encuentra una escala, pero le faltan tres metros de escalera para tener acceso, no había forma alguna de alcanzarla.

Luis Urzúa: el primer día vimos las posibilidades con la chimenea. Había dos o tres escaleras y tratamos de habilitarlas (...). También prendimos guías de fuego, las que hacen funcionar las guías del explosivo. Incluso, lo hicimos por los tubos de las cañerías.

Pedro Cortez: con ello vimos que no teníamos opción de salir, no había salida. Allí ya dijimos que iríamos al refugio a esperar hasta que tengamos alguna comunicación.

SUPERVIVENCIA

Jimmy Sánchez: después ya en la noche vimos el cajón para comer. Vimos que teníamos para tres días. Había salmón, atún, leche vencida, galletas, un tarro de duraznos. Y la rabia que teníamos era que había como 100 platos, cuchillos, tenedores, frazadas, remedios malos. Estaban vencidos.

Franklin Lobos: teníamos 10 litros de agua, un tarro de durazno, un tarro de jurel, como 15 tarros de atún chiquitos, como 20 litros de leche, galletas y comíamos una cucharada y media cada 24 horas.

Pedro Cortez: decidimos de un principio, como no sabíamos cuánto iba a durar el encierro, racionar la comida. Primero fue un vaso de leche y dos galletas.

LTOL

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