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Chile

De los 3.526 MW que han ingresado al sistema eléctrico desde 2009, el 64% corresponde a carbón. Al mismo tiempo, retrocede la hidroelectricidad. Expertos plantean que las trabas para el desarrollo hídrico obligan a sumar termoeléctricas a zonas ya sobrecargadas, como lo son Huasco o Mejillones.

Lunes 19 de Agosto de 2013.- Mientras en 2009 el carbón representaba sólo el 14% de la capacidad instalada en el país (SING+SIC), en los cuatro años siguientes su participación en la matriz creció diez puntos, hasta llegar al 24%.

Por contrapartida la hidroelectricidad, que constituía el 35% en 2009, cayó cinco puntos en el mismo lapso.

¿Es la era del carbón? El nuevo rol de este combustible, que Chile debe importar desde diversos destinos, se acentúa más si se observan las últimas cifras de generación en Chile. En julio, el carbón tuvo una participación en el SIC de 34%, superando a todas las demás tecnologías. Un año antes era sólo el 21%.

En el SING su peso es significativamente mayor: 81% el mes pasado, de acuerdo con cifras de la consultora Systep.

Incluso más: el proyecto eléctrico Angostura (Colbún), que ingresará a fines de este año, será el primero de gran escala después de Ralco. Es decir, en una década.

Este fenómeno es, a juicio de expertos, la consecuencia lógica de las dificultades que existen en el país para desarrollar nuevas centrales, principalmente hidroeléctricas, lo que se manifiesta en la férreas campañas opositoras contra, por ejemplo, HidroAysén o Alto Maipo, y que se suman a la estrategia judicial que ha permitido paralizar iniciativas como Castilla y  demorar la aprobación de la central Cuervo, de Energía Austral.

Carlos Silva, del Centro de Innovación en Energía (CIEN) de la U. Adolfo Ibáñez, dice que lo que ha ocurrido en el país es que si bien sí se han levantado nuevas unidades, esto se ha hecho en los mismos sitios. En su visión, ya en 2009 existía -y sigue existiendo- la idea de que aún es posible desarrollar centrales en zonas como Tocopilla, Coronel o Mejillones, que hoy se constituyen en verdaderos polos termoeléctricos.

Su visión al respecto, es crítica: “Este desarrollo tiende a fortalecer a las empresas generadoras existentes (Endesa, Gener y Colbún) que poseen nudos energéticos y perjudica a los nuevos entrantes (GDF Suez, Castilla, CAP) que postulan nuevos puntos de generación”.

Agrega que esto queda claro si se enumera las nuevas centrales ingresadas en el período: Guacolda III (135 MW), Ventanas III (240 MW), Coronel I (343 MW) , Bocamina II (342 MW), Guacolda IV (139 MW) y Campiche (242 MW), todas ellas ligadas a los tres actores dominantes del SIC. Pronto se sumará una más: Guacolda V.

Susana Jiménez, economista de Libertad y Desarrollo, rebate este argumento, y opina que es de toda lógica que el carbón se desarrolle, más aún si se trata de un recurso abundante y competitivo.

“La dependencia externa en este caso no es un factor de riesgo, dado que las fuentes de origen son diversas y, por tanto, no existe una dependencia que amenace su provisión, y no es como cuando dependíamos del gas de Argentina. La posibilidad que se desarrolle más capacidad instalada en base a fuentes hídricas dice relación con la disponibilidad (abundancia o escasez del recurso) y las trabas que se enfrentan”, plantea Jiménez.

INCONSECUENCIA
A su juicio, si es que la falta de inversión en hidroelectricidad es consecuencia de la oposición ambientalista, “resulta a lo menos sorprendente, por no decir inconsecuente, puesto que no solo se trata de energía limpia y renovable sino que además son estas centrales las que permitirían un desarrollo más masivo de las ERNC al servir como fuente de respaldo”, sostiene.

Y agrega: “Es ahí cuando uno se cuestiona si la oposición es realmente de ambientalistas o simplemente se trata de detener el desarrollo y progreso del país”.

Eugenio Evans, socio de Fermandois, Evans & Cia., expresa que Chile suele copiar normativas de países que tienen resueltos sus necesidades básicas, como la energía, materias como ambiental y comunitaria.

“Esa situación, lamentablemente para todos y en especial, imagino que con cierta molestia para los ambientalistas, se está transformando en una crisis estructural. Y por estructural quiero señalar la casi imposibilidad de explotar nuestros recursos naturales limpios que entreguen a la matriz energía de base llenándonos, por el contrario, de energía de base producida con combustibles caros, importados y objetivamente más contaminantes”, remata.

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