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Argentina

Lunes 13 de Mayo de 2013.- La Puna, especialmente el sector de la Puna de Jujuy, sufrió numerosas “fiebres del oro” a lo largo de la historia. Los incas llegaron detrás de las pepitas auríferas que ya los nativos sabían obtener lavando las arenas. Luego vinieron los españoles y más tarde los jesuitas, quienes hicieron un trabajo excepcional de arte minero.

Cada una de esas oleadas logró extraer kilos y más kilos del dorado metal. Luego de la independencia argentina llegaron nuevos actores. Entre ellos mencionamos al capitán inglés Joseph Andrews, quien dio un poder minero para gestionar propiedades al Dr. Joseph Redhead, el famoso médico de Belgrano que vivía en Salta.

Ese poder se conserva en el Archivo Histórico de Salta. Jujuy y Salta eran entonces una sola provincia. Para 1825 se tiene un interesante padrón minero de la región de Rinconada en Jujuy. Allí se encuentran nombres de mineros y de minas, topónimos regionales y otros valiosos datos de interés histórico.

Se tiene muy poca información de las décadas de 1830 a 1850. Los esfuerzos se concentraron en la región de Rinconada famosa por sus pepitas de oro de buen tamaño, una de las cuales pesó ocho kilos.

Incluso autores como Justo Maeso, que en 1852 tradujo la obra del inglés sir Woodbine Parish, comenta que “en las cercanías de Rinconada se han encontrado pepitas o pedazos de oro de extraordinario tamaño, siendo maravillosas las historias que se refieren de las cantidades que se recogen cavando en el terreno aluvial”. Y agrega: “Es un dicho común que después de una lluvia fuerte el oro crezca como el pasto en el terreno aluvial de los alrededores de la Rinconada”.

En algún sitio se menciona que después de las lluvias se lavaba oro en las calles del pueblo. En 1886 llega al lugar un grupo de italianos para trabajar en la explotación de los aluviones de oro. Se trataba de la firma Torre Hermanos, dirigida por José Torre, natural de Alejandría (Italia). Las investigaciones llevadas a cabo les llevaron a seleccionar Ajedrez como la mejor área para iniciar los trabajos. Allí cavaron para exploración más de 800 pozos de cateo, en un área de 2.000 hectáreas, donde se realizaron 2.500 ensayos físicos y químicos, habilitando para el lavado de las arenas auríferas un canal de 8 kilómetros. Se trató sin dudas de uno de los más importantes esfuerzos de exploración de un yacimiento para la época. Luego construyeron como instalaciones dos casas para oficinas, laboratorios químicos, un gabinete geodésico, habitaciones del personal técnico y administrativo, más de 80 viviendas para habitaciones de los obreros.

El 31 de marzo de 1906, Torre publicó un folleto dando a conocer la injusticia que produjo el Gobierno de Jujuy al otorgar la propiedad mediante la figura del despueble a la razón social Zambrano y Buitrago, integrada por dos ciudadanos jujeños, de los cuales el primero era empleado a cargo de las minas del propio Gobierno.

En 1889 llega a Rinconada y Santa Catalina Victorio Novarese, ingeniero de minas del “Real Cuerpo de Minas” de Italia. A consecuencia de sus observaciones publica un folleto en Salta (1889) que es muy raro y del cual cuento con un ejemplar original que tiene escrito a pluma el nombre de Indalecio Gómez que, como sabemos, fue un importante jurisconsulto, político y diplomático salteño que ocupó altos cargos en la Nación. Una de las visitas más curiosas y controvertidas fue la que realizó el ingeniero rumano Julius Popper (1857-
1893).

Popper llegó al país en 1885, enterado del hallazgo de oro en las playas marinas de Tierra del Fuego. Luego de obtener los correspondientes permisos partió al sur del país, donde organizó una explotación moderna de los aluviones auríferos, llegando a patentar una máquina lavadora de su invención.

Sorteó numerosos conflictos con otros mineros así como con los gobernantes tanto argentinos como chilenos, a los cuales se enfrentó públicamente y llegó a batirlos a duelo. En sus instalaciones de “El Páramo” imprimió sellos postales y monedas de oro, que se conservan en algunos museos y constituyen piezas de alto valor numismático.

En su vista a la Puna de Jujuy se burla de todos, mineros y no mineros, habla muy mal de los nativos y descree de todo lo que se comenta sobre el oro en el lugar. Dice por ejemplo: “Cuando toda una familia ha obtenido en un período de un mes de dura labor, media onza de oro, es porque Pachamama la ha protegido de un modo extraordinario. ­Y a eso se le llama mina de oro! Pero no lo creas, lector, ­no lo creas!”. Su veredicto es tajante en el sentido que no constituye ningún negocio explotar el oro de la Puna y dice: “Hoy el oro de la Puna ya no se explota. Cada vez que alguna de las compañías formadas en los últimos años con el fin de extraerlo ha puesto en práctica sus intenciones, se encontró con que el centavo de oro obtenido, cuesta cinco centavos de gastos de explotación”.

La figura de Julio Popper como aventurero, expedicionario, minero, explorador, pionero de las tierras australes, ha crecido con los años y se han escrito numerosas e interesantes biografías, entre ellas la de Boleslao Lewin (1974). Sin embargo, sus observaciones sobre la Puna y sus lavaderos de oro siguen siendo casi desconocidas y merecerían su completa reedición.

Tal era el atractivo del oro puneño que en 1891 el presidente de la nación, Dr. Carlos Pellegrini, envió una expedición científica minera hacia el lugar. Los miembros de la expedición fueron el norteamericano D.F.G. Garrison, el francés Clemente Cabanettes y Luis Amans. Viajaron tres meses durante el invierno y recorrieron los principales yacimientos auríferos.

Ellos mencionan por primera vez el hallazgo de topacios junto con el oro. En su largo informe narran la siguiente anécdota: “Se cuenta que un indio perseguido por deudas, se refugió en esa quebrada y tuvo la suerte de encontrar una pepita de oro del peso de 16 onzas; con el precio que obtuvo de aquella prenda se rescató, pudiendo después explotar un venero de gran riqueza, que costea una veta considerable de cuarzo aurífero. Después de sacar bastante oro, el indio abandonó sus trabajos y nadie hasta ahora ha vuelto a proseguirlos”. Todos estos temas los he tratado ampliamente en mi libro “Historia de la Minería de Salta y Jujuy, siglos XV a XX”. Mundo Gráfico Editorial, 332 p. Salta. La última fiebre del oro se dio en la década de 1980 en Salta, en Santa Victoria Oeste, donde se encontró abundante oro  grueso en los ríos de la zona.

Eltribuno.info

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