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Chile

El fin del "súperciclo de los commodities", abrió el debate sobre cómo evitar que la región transite hacia una década perdida. Los analistas apuestan por medidas gubernamentales que hagan sostenible el gasto social, aumenten la calidad de la educación y mejoren la infraestructura.

Lunes 20 de Mayo de 2013.- Vacas gordas y vacas flacas, abundancia y escasez es uno de los conceptos más internalizados en la cultura popular y que parece describir con certeza el ciclo natural de la historia.

Los procesos económicos no escapan al concepto de auge y caída y Latinoamérica ha comenzado a experimentar lo que varios analistas han denominado el principio del fin del “súperciclo de los commodities”.

América Latina se ha visto favorecida por los términos de intercambio y en los últimos años ha basado su riqueza en la exportación de materias primas. Según el banco JP Morgan, los commodities representan la mitad de las exportaciones sudamericanas.

La excepcional década se ha extendido al plano social. Según el Banco Mundial 73 millones de personas dejaron de ser pobres, en tanto el último informe del Panorama social de América Latina, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), mostró que la pobreza en la región se situó en un 29,4%, (168 millones de personas), versus el 43,9% a comienzos de la década.

El aumento en el gasto público es, a juicio de los analistas, uno de los factores que explica el hecho de que más personas hayan dejado de ser pobres. A principios de los 90, el gasto público se situaba en un 45,7%, mientras que en 2012 esa cifra alcanzó el 62,6%.

En este contexto, la gran incógnita es si con el fin del súperciclo de los commodities, América Latina seguirá siendo capaz de mantener el ritmo de crecimiento y gasto y evitar que las vacas flacas impacten profundamente a una región que busca dejar atrás el subdesarrollo.

GASTO SOCIAL ESTABLE
Según Luis Felipe López-Calva, economista líder de la Unidad de Pobreza, Equidad y Género para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, si bien no hay una receta común para todos los países de la región, existen a lo menos dos tipos de reformas estructurales que no pueden obviarse a la hora de apostar por el desarrollo.

La primera de ellas es implementar medidas que permitan que el gasto social sea progresivo y sostenido. A juicio de López-Calva, este factor ha sido clave en la disminución de la desigualdad en la región. “Hay dos elementos centrales que explican la reducción de la desigualdad: la calidad de los programas sociales ha mejorado, es decir el gasto social ha aumentado, pero además está llegando de manera más eficaz a los pobres”.

En este punto, Guillermo Calvo, profesor de Economía y Asuntos Públicos de la Universidad de Columbia, alerta sobre el peligro de incrementar el gasto fiscal sin los resguardos adecuados. “Estos últimos años hemos tenido una mejora tremenda en los términos de intercambio, ¿y qué hemos hecho? -excepto Chile- nos hemos gastado todo eso, y ahora queremos seguir gastando y viviendo de la misma manera aunque no se siguen mejorando los términos de intercambio”.

RESPONSABILIDAD FISCAL
A juicio de Calvo, este tipo de políticas están asociadas a gobiernos de corte populista, los que transitan peligrosamente hacia modelos nacionalistas y con una alta intervención de Estado. Por tal motivo, el gran desafío es generar sistemas de financiamiento estables, sin castigar el bolsillo de los ciudadanos.

López-Calva explicó a PULSO que hay países donde los programas sociales que se han expandido son no contributivos y generan una dinámica fiscal complicada. La idea es tratar de hacer esquemas de financiamiento para estos programas de manera que sea sostenible su cobertura en el tiempo. En este punto la diferenciación en los países latinoamericanos está dada por la manera en que el Estado recauda tributos, pese a que en general, la región está caracterizada por sistemas fiscales mucho más basados en impuestos indirectos.

El BM sostiene que lo que hay que hacer es moverse hacia una forma eficaz de recaudar más impuestos indirectos y por otro lado hacer esfuerzos para mejorar la incidencia del gasto. “Si logras que el ejercicio del gasto sea mucho más dirigido, logras compensar la regresividad de la recaudación”, recalca.

El segundo gran grupo de reformas se asocia a planes que mejoren la calidad educativa, cuestión que tiene impacto directo en la productividad y en la reducción de la desigualdad salarial, que impulsa la movilidad social. El resultado de mejores sueldos será un incremento sustantivo del PIB per cápita en los países de la región. Según los datos del BM, la proporción del ingreso per cápita de la región en relación con el ingreso per cápita de EEUU, Latinoamérica está prácticamente estancada en el 30% (ver gráfico).

El analista del BM sostiene que la oferta de mano de obra ha aumentado por mejores niveles de escolaridad. Adicionalmente, en la medida que haya más mano de obra calificada, las posibilidades de aumentar el valor agregado en ciertos sectores productivos crecen y si se logra crecer en sectores que generen mayor agregado los multiplicadores en la economía son más altos, afirmó López-Calva.

INFRAESTRUCTURA AL DEBE
En términos de productividad, según Calvo, el desafío de la región es mejorar ostensiblemente su infraestructura. “Varios trabajos muestran que transportar mercancías en América Latina es mucho más caro que enviar un barco a EEUU, porque no tenemos caminos, puertos, cosas que dificultan la competitividad”, señaló el académico de la Universidad de Columbia.

Desde el BM, hay consenso en que la inversión en sectores no comerciales es clave para aumentar la productividad y con el fin del súpercilco de los commodities en el horizonte, la necesidad de hacer reformas estructurales se torna urgente.

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