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Argentina

En el Iquir - Conicet - UNR un grupo de investigación liderado por Luis Federico Sala trabaja diseñando procesos que puedan sanear aguas contaminadas por la industria. El equipo, que ya tiene experiencia en la purificación de aguas con cromo, desarrolla sistemas para eliminar el vanadio y el molibdeno.

Martes 28 de Mayo de 2013.- El equipo del IQUIR busca diseñar métodos de bajo costo y corto plazo de acción para la purificación de aguas contaminadas con vanadio y molibdeno utilizando una técnica del campo de la remediación llamada biosorción. "El concepto remediación refiere a los esfuerzos que el hombre hace para tratar de subsanar los problemas ambientales generados por su acción sobre el medio ambiente", definió Sala y agregó "la biosorción es una técnica que utiliza biomasa orgánica muerta para descontaminar el agua".

Los investigadores estudian la capacidad que tienen diferentes biomasas muertas para retener iones metálicos, propiedad que les permite capturar el vanadio y el molibdeno presentes en agua servidas.

"Una característica importante para que los desechos sirvan para este fin es que sean abundantes en la zona y que no tengan ninguna utilidad industrial", explicó Sala.

Hasta ahora se ha ensayado con marlo de maíz, salvado de soja, provenientes de la actividad agrícola; así como con el fruto de plátano, y cáscaras de cítricos procedentes de la industria. En el caso del vanadio también se ha testeado la quitina del caparazón de los langostinos y las algas rojas, verdes y pardas, que si bien no se encuentran en la región son abundantes en otras zonas como Mar del Plata y Puerto Madryn.

El proceso diseñado consiste en que el agua contaminada antes de salir de la planta industrial pase por columnas de flujo continuo que contienen biomasa capaz de retener los metales que quedan capturados en su superficie y el agua, una vez purificada, salga al medio. Luego de este procedimiento es posible separar con ácidos, álcalis o soluciones salinas, mediante un proceso que se denomina desorción, los elementos contaminantes y la biomasa que los retiene. De este modo, la biomasa puede ser reutilizada en otro ciclo de depuración y los metales pesados quedan concentrados en un licor de donde se pueden recuperar para un nuevo proceso industrial.

"Hemos logrado que las aguas tengan la concentración de los elementos cromo, vanadio y molibdeno, exigida por el código alimentario", contó Sala refiriéndose a las pruebas hechas con aguas sintéticas a las que se le agrega los elementos mencionados con fines experimentales y a aguas servidas provenientes de la actividad industrial.

Este proyecto tiene un subsidio del Programa de Promoción de las Actividades Científico Tecnológicas y de Innovación de la Provincia de Santa Fe que financia líneas de investigación capaces de favorecer la introducción de innovaciones que incorporan conocimiento y agregan valor a los sistemas productivos de la región. Además, cuenta con el respaldo de la empresa Aguas Santafesinas y de la Fundación Tecnológica Argentina para el desarrollo Social y Ambiental.

"Nosotros hemos hecho durante muchos años investigación básica, siendo pioneros en la introducción de la Bioinorgánica - el estudio de la influencia de los iones metálicos en los sistemas vivos- en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario desde el año 1986", afirma el doctor Sala. "Los resultados obtenidos nos proveyeron de abundante información que utilizamos en investigación de carácter aplicado y nos permitieron avanzar rápido con este proyecto", indicó el investigador.

El vanadio se emplea principalmente en aleaciones y, en menor medida, en la industria aeroespacial y en la producción de ácido sulfúrico. El molibdeno se utiliza en estado puro como cubierta de barras radioactivas y también es generado por la actividad minera y metalúrgica.

Si bien en muy pequeñas cantidades el cuerpo precisa de estos metales, en exceso son nocivos para la salud. El vanadio actúa como un tóxico sanguíneo, hepático y renal y provoca bronquitis, neumonía, anemia, y lesiones en el hígado y los riñones. Además afecta al ADN, inhibe las enzimas y no permite la síntesis del ácido ascórbico. Por su parte, la exposición al molibdeno causa irritaciones en la piel y los ojos, fatiga, dolores de cabeza y en las articulaciones.

Nuestromar.org

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