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España

Empresas de origen canadiense pretenden la explotación aurífera de Salave. Hace años que el pueblo lucha en contra de la apertura de una mina de oro. Los impactos que la mina ocasionaría sobre el medio ambiente son incalculables. La creación de puestos de trabajo sirve como argumento para convencer a la opinión pública.

Viernes 10 de Mayo de 2013.- A finales del siglo XIX, trabajadores, procedentes de media Europa, se trasladaron a las zonas rurales de California (Estados Unidos) en busca de oro. A este proceso se le conoció como "fiebre del oro" y trajo consigo la apertura de miles de explotaciones mineras por todo el estado, con lo que, ganaron las empresas y las grandes compañías, mientras que los trabajadores apenas vieron mejorar sus condiciones laborales y económicas.

Hoy en día, son las empresas norteamericanas las que se han aventurado a buscar nuevas zonas donde explotar este metal precioso y han encontrado, en el norte de España, un pequeño filón donde poder extraerlo.

Las grandes compañías, de origen canadiense en su mayoría, se han fusionado con otras de nuestro país, creando fíliales, con el fin de explotar las minas, pero se han encontrado con una fuerte oposición ciudadana y de los grupos ecologistas. A favor se han posicionado gobiernos locales, autonómicos y ciudadanos sin empleo, que ven en este tipo de proyectos, su válvula de escape.

Pero, ¿hay oro en España?


Imagen satélite de la zona donde se pretende localizar el proyecto (Salave, Tapia de Casariego, Asturias) / Iberpix, Instituto Geográfico Nacional.
El cuadrante norte y noroccidental de la península ibérica son dos zonas en las que se halla, potencialmente, el preciado metal.

En la antigüedad, zonas de León (Las Médulas) o Asturias (Belmonte) ya fueron explotadas por los romanos, por lo que sí que existen antecedentes históricos. Posteriormente, se abrieron nuevas minas, aunque fueron cerrando poco a poco, o bien porque habían sido ya  esquilmadas o por falta de rentabilidad para las empresas extractivas.

Ello provocó que este tipo de proyectos dentro de nuestras fronteras cayeran en el olvido, pero el alto precio que ha alcanzado el metal en los últimos años, ha despertado las ganas de abrir de nuevo las minas. Además, los gobiernos locales y autonómicos, antes reacios a aceptar dentro de sus límites administrativos dichos proyectos, están levantando la mano, aceptando, incluso, la apertura de proyectos de megamineria a cielo abierto, en muchos de los municipios norteños, como el caso de Corcoesto en Galicia o Laciana en León.

El ojo puesto en Salave (Tapia de Casariego, Asturias)

Asturias cuenta con numerosas explotaciones mineras a lo largo y ancho de su territorio, pero hay nuevos proyectos, que, tras años guardados en el cajón o paralizados por la justicia, pueden ponerse de nuevo en marcha.

La empresa Astur Gold, filial española de una gran compañía canadiense, pretende iniciar la explotación de una mina en la zona conocida como el Salave, en el municipio de Tapia de Casariego (Asturias).

Aquí se encuentran parajes naturales de gran valor natural y cultural, como los Lagos de Silva o la Bahía de Figo, zona que ya fue explotada por los romanos y donde, todavía, quedan testigos de este proceso.

El riesgo medioambiental que hay que asumir por la apertura de la mina de oro es muy alto, y la rentabilidad a largo plazo es, más bien escasa
En el año 2005, ya se dieron intentos de abrir este tipo de minas en dicho municipio, promovidas por la compañía Río Narcea Gold Mines. Pretendían llevar a cabo una explotación a cielo abierto, pero la agresividad de este tipo de proyectos y sus consecuencias contaminantes, hizo compleja su apertura.

Como alternativa, propusieron su explotación y tratamiento mediante el empleo del cianuro, pero debido al incumplimiento de la normativa de evaluación de impacto ambiental, el gobierno autonómico no aceptó el inicio de la actividad extractiva.

Actualmente, el proyecto, basado en la minería subterránea está paralizado, pues incumple el Plan de Ordenación del Litoral de Asturias y otro tipo de legislación, encontrándose a la espera de la sentencia del Tribunal Supremo, cuya resolución puede tardar varios años.

No obstante, existe cierta preocupación en la sociedad, pues el actual gobierno autonómico ha acercado posturas con las empresas mineras y ha propuesto que este tipo de proyectos puedan iniciar actividad, siempre y cuando cumplan con los requisitos normativos y apliquen medidas correctoras, después del cierre de la mina.

A la espera de lo que diga el Tribunal Supremo, la empresa canadiense, Astur Gold, se ha encargado de iniciar estudios, investigaciones, sondeos en la zona y campañas a favor de la apertura de la mina. El lugar, según la empresa minera, alberga unas 60 toneladas de oro explotables, valoradas en 600 millones y generaría en un periodo de 10 o 12 años, unos 500  empleos.

Sin embargo, existen posiciones enfrentadas. Por un lado, conservacionistas, diferentes plataformas (Oro No y Ameicer) y asociaciones de vecinos se oponen, debido a los impactos sobre el medio ambiente (contaminación de las aguas, el suelo o del aire, por los altos índices de arsénico o cianuro) que generaría la apertura de nuevas minas de oro. Además, se oponen a los argumentos que defiende Astur Gold, pues dicen que originaría pocos beneficios para la comarca, ya que la escasa duración de la actividad  -10 o 12 años- apenas dejaría huella en el empleo y la economía municipal  o comarcal.

Por el contrario, Astur Gold ha acelerado una campaña con la que pretende convencer a la población de que el proyecto no tendrá consecuencias perniciosas, y para ello ha nombrado miembro del consejo de administración a Patrick Moore, quien fue cofundador de Greenpeace en Canadá.

A favor de la apertura de la mina se encuentran, también, determinados sectores de la población, que sumidos en un estado de desesperación, y que, ávidos de encontrar un empleo para paliar su situación socioeconómica, se aferran a la apertura de la mina en Tapia, seducidos además, con proyectos estrella una vez que se cierre a mina, como puertos deportivos o nuevos equipamientos.

¿Asumir los riesgos de la minería?

Aun así, si se cumpliera con la normativa ambiental y se abriera la mina, una vez que pase la fiebre del oro, ¿dejarán restaurado el paisaje?

El riesgo medioambiental que hay que asumir es muy alto, y la rentabilidad a largo plazo es, más bien escasa. Una zona de ganadería extensiva, pesquera y de un turismo rural en auge, no puede estar sometida constantemente a las amenazas de empresas mineras, que, pretendiendo localizar este tipo de actividades, rozan la ilegalidad moral, y muestran grandes dosis de chantajismo a la sociedad, argumentando esperanzas futuras y cientos de trabajos. 

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